En la novela identificamos al autor en el personaje de Ismael, el marinero que relata la historia en primera persona. El grupo zarpa de la isla de Nantucket —uno de los más importantes centros de la gran industria ballenera norteamericana— a bordo del Pequod y bajo el mando del capitán Ajab; van en busca de una feroz y gigantesca ballena de una blancura sobrenatural —Melville la llama Moby Dick— que reina en las profundidades del océano Pacífico y siembra muerte y destrucción entre los barcos, capitanes y pescadores de ballenas. El propio Ajab ha sido una de sus víctimas: está mutilado y lleva una pierna de palo porque Moby Dick le devoró la suya. Lleno de odio, Ajab juró vengarse. Desde entonces una obsesión constante lo domina: cazar a la sanguinaria ballena blanca.
Comienza el viaje. Se suceden momentos de bonanza y de calma que se alternan con tormentas y huracanes; el Pequod navega por el Atlántico, rodea América del Sur y Cabo de Hornos, y se adentra en la misteriosa inmensidad del Pacífico, hábitat de la enorme ballena asesina. En medio de inefables paisajes, el viento hace avanzar el barco y éste se acerca lentamente a su presa. Otros balleneros le dan noticias de Moby Dick y el Pequod le sigue la pista; mientras, persiguen y matan ballenas menores. Finalmente divisan a Moby Dick, "monstruosa, blanca y terrible"; así comienza la grandiosa y alocada caza de tres días para capturarla. Melville describe magistralmente la ansiosa persecución. Moby Dick brama y ataca, nada bajo el barco, lo embiste, lo azota con poderosos coletazos y lo destruye. Mientras el Pequod se hunde, el gigante blanco arrastra a la muerte al capitán Ajab, y la tripulación perece en el naufragio. Sólo Ismael se salva de la catástrofe final, para regresar al mundo civilizado y contar lo sucedido.
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